No hay que ser economista ni muy inteligente para descubrir que Argentina se ha transformado en una confusa red se subsidios cruzados, regulaciones y ayudas sectoriales donde el Estado suele jugar un papel discrecional.
Tampoco hay que ser muy sagaz para saber que Javier Milei se opone a esos aspectos “redistributivos” que comanda el Estado. Aspectos “redistributivos” que no son recientes, sino que llevan varias décadas consolidándose.
Hace casi un año, Sebastián Galiani (número 2 en la gestión de Nicolás Dujovne) y Federico Sturzenegger mantuvieron un extenso conversatorio donde analizaban esta Argentina corporativa, donde cada sector trata de imponer su lobby para conseguir beneficios privados. Sturzenegger llama a esos sectores “elites”.
Estos grupos de poder existen en todos los países, y en todos los países tratan de sacar alguna tajada. Pero el caso argentino reúne una complicación adicional: Galiani sugiere que estas “elites” están diseminadas de forma mucho más “democrática”, lo que impide que un gobierno no corporativo las elimine.
Hablando en criollo: casi todos los argentinos se aprovechan de esta redistribución arbitraria y confusa. Dicho más provocativamente: “Todos somos planeros”.
Ejerce su poder de lobby la Unión Industrial, la CGT o la Sociedad Rural, pero también la redistribución de los últimos 20 años ha “empoderado” a empleados públicos, jubilados de la moratoria o una clase media que disfruta de elevados subsidios para pagar las tarifas de los servicios públicos.
Es decir, se trata de un corporativismo donde los beneficiarios de la redistribución son muy variados. No es solo el empresario o sindicalista con acceso al poder.
Desde el punto de vista conceptual de Javier Milei todo esto es una atrocidad, una contaminación del mercado, un ejercicio estatal que genera mala asignación de recursos.
El caso de los "Hipotecados UVA" y del grupo de “Inquilinos Agrupados” representa muy bien este debate. Siguiendo el análisis de Galiani y Sturzenegger, podrían considerarse como dos grupos que tratan de ejercer lobby para obtener beneficios.
Javier Milei fue muy claro en ambos casos: el Estado no se va a meter. Ni para rescatar a los que se endeudaron ni para sumar regulaciones al mercado de alquileres.
La duda es si el presidente electo va a poder extender este razonamiento a todos los sectores de la economía argentina porque, como se mencionó, casi todos en mayor o menor medida reciben algún tipo de beneficio estatal. Hay muchas “elites”. Limpiar el mercado será un interesante ejercicio de docencia para el nuevo oficialismo.
