Valentina es de Olmos, tiene 23 años, dos hijos y una pareja que la ayudó a dar un vuelco en lo laboral y emocional tras el complicado momento de la pandemia.
En diálogo con LAPLATA1.com, la joven recuerda esos convulsionados años 2020 y 2021 cuando, encima, estaba embarazada.
Allí tuvo a los dos pequeños. Era una etapa de incertidumbre también por lo económico ya que su marido había perdido un trabajo complementario.
“Mi marido tenía un trabajo fijo igualmente, y yo estaba embarazada. Se dificultó un montón todo en ese momento. Pero tuve la ayuda de mis papás y mis suegros”, recuerda.
Pero lo emocional era más complicado de resolver: “Al estar encerrada con los dos nenes y no ver a mi familia por la cuarentena, caí en una especie de ataques de ansiedad y fue horrible. Fue una situación fea. Por eso el tema de hacer algo que me gustaba me distraía un montón”.
Valentina era la repostera amateur de la familia. Siempre se encargaba de las tortas y tartas en los cumpleaños. Fue en noviembre del año pasado, cuando cumplió años su prima, que decidió lanzarse gracias al apoyo de su pareja.
“Todo esto empezó porque necesitábamos un ingreso más en casa y no era un opción trabajar afuera porque los nenes eran muy chiquitos y no tenía una niñera para dejarlos. Primero invertí en ropa. Iba bien pero no era lo que me gustaba y no le dedicaba el tiempo que necesitaba”, cuenta.
“En el cumple de mi prima yo estaba chocha. Me quedé como hasta las 3 de la mañana haciendo las tartas”, recuerda. Y allí su pareja se avivó: “¿Ves?, eso es lo que te gusta”. “Ahí me di cuenta que lo mío era la pastelería”, señala Valentina.
“De a poquito fue comprando los materiales que se necesitan para mejorar. Aprendí todo por internet y por mi cuñada, que es pastelera y le pido consejos”, añade.
“Yo soy la que cocina, saca fotos, maneja las redes, contesta mensajes, va a comprar insumos, busca precios. Se labura el triple que yendo a un lugar con horarios fijos, pero nada más lindo que hacer lo que me gusta”, completa entre risas Valentina.
