En el afán de querer bajar la carga impositiva (un objetivo loable), muchas veces se terminan cometiendo errores y horrores, y se instalan ideas de "sentido común" que luego son difíciles de desterrar.
Una de ellas tiene que ver con el IVA a los alimentos. Hoy la alicuota general es del 21% pero hay productos como carnes, frutas y verduras que tienen un 10,5%, es decir, una tasa diferenciada.
Una idea de sentido común sería el famoso "bajar el IVA de la polenta o los fideos". Parece razonable: ¿quién podría estar en contra de bajar el "costo" de los consumos de primera necesidad para ayudar a los pobres?
Sin embargo, en un país como Argentina de alta informalidad este mecanismo favorece mucho más a los ricos que a los pobres. Primero porque esa tasa diferenciada va a ser más aprovechada por quienes tienen mayores ingresos ya que consumen un mayor volumen. Es decir, quiero ayudar a los pobres reduciendo impuestos pero esos recursos "se filtran" también a los ricos.
Además, está estudiado que los pobres compran mayormente en comercios barriales, ferias o negocios informales donde el movimiento de los impuestos no causa ningún efecto. En esos comercios, el subibaja de los precios se gesta por otras variables, no por lo impositivo. Con lo cual se profundizaría la filtración de recursos: bajo el IVA de los fideos y lo terminan disfrutando los ricos en los grandes supermercados.
Ojo: para ser justos, en otros países también existen tasas diferenciadas. Incluso en países desarrollados. No es un mal argentino únicamente. ¿Y entonces cómo hacer para que los pobres encuentren precios más bajos? Por el lado del gasto público. Un lema: la política distributiva se hace por el lado del gasto público, no con baja de impuestos.
En vez de perder recursos bajando el IVA en alimentos, es preferible usar esos fondos para subsidiar a personas de bajos recursos. Allí evito las "filtraciones" a los ricos. Por eso la idea de una Tarjeta Alimentaria es adecuada.
LA MAL LLAMADA "GANANCIA"
Otro tema que tampoco ofrece resistencia es la elevación del piso de Ganancias. Todos los gobiernos se esfuerzan en subir este piso para demostrar que menos trabajadores lo tributan. Incluso Mauricio Macri llegó a prometer que ningún trabajador pagaría "Ganancias".
Hay un problema semántico que complica las cosas: en todo el mundo este impuesto a las "Ganancias" se llama "Impuesto a los Ingresos" y constituye la base del sistema impositivo de casi todas las economías. No es un mal impuesto: no genera distorsiones (nadie elegiría trabajar menos para tributar menos) y además (bien diseñado) es progresivo (alicuotas más altas para los de mayores ingresos).
Sin embargo, a pesar de que es el impuesto menos ofensivo de todos, ha sido demonizado hasta el cansancio. Hoy el piso es de 506 mil pesos. Solamente quienes ganan más de eso lo pagan. Es decir, el decil más rico del país.
El Estado nacional pierde muchos recursos por esta base impositiva cada vez más estrecha, mientras en paralelo las provincias no hacen ningún esfuerzo por reducir los impuestos que verdaderamente dañan la producción, el trabajo y la exportación como Ingresos Brutos.
