Se viene el Año Nuevo y las familias empiezan a preparar el menú para el 31.
¿Un menú carnívoro? La mayoría de los “clásicos” de las fiestas contienen carne.
LAPLATA1.com dialogó con Micaela, que tiene 42 años y es vegana desde hace 20. Tiene una historia muy interesante sobre sus comienzos en el “mundo” del veganismo, y ahora también emprende con un proyecto gastronómico donde no usa nada que sea proveniente de animales.
“Empecé siendo vegetariana porque no sabía que las vacas lecheras también sufrían el abuso y explotación al igual que las que van al matadero. Hace muchos años que realizo activismo. Estuve en las primeras asambleas que se realizaban en contra del zoológico de nuestra ciudad, y luego informando la realidad que viven los animales, en activismos como el Cubo de la Verdad, hablando sobre especismo, que es la discriminación por especies. Así, nos creemos superiores como especie humana a las demás especies por eso avalamos su sometimiento”, asegura.
“El veganismo, más allá de que en últimos años está en auge, es para toda la vida. No hay que perder de vista la idea de que sus principios son éticos y morales desde que reconocemos la capacidad de sentir e interés que tienen los animales no humanos. Por ejemplo, el interés por vivir libres. Desde muy temprana edad reconocí que los animales no son objetos, y merecen respeto. No tenemos ningún derecho a usarlos, abusarlos, explotarlos y desmembrar sus cuerpos como hoy todavía lo hace la sociedad”, reflexiona.
Su primer acercamiento al veganismo fue a los 6 años. Sí, bien temprano. “Mis papás me regalaron un gallito bebé para cuidarlo. No había ninguna diferencia con un perro o un gato: establecí la misma conexión por convivir con él. Cuando me sirvieron un plato con una pata y ala de pollo, yo misma le dije a mi mamá que no me iba a comer al gallo que cuidaba”, recuerda.
“De más grande, como no había redes sociales, encontré un libro sobre vegetarianismo en una vieja librería del centro y empecé a cocinarme mis propias milanesas de soja a los 17 años. En ese momento sin información. Los médicos me decían que me iba a morir. Pero igual no accedía a comer carnes: es más ahí fue cuando deje también la leche porque leí que los terneros no podían vivir sin su leche”, agrega Micaela.
Sobre su emprendimiento vegano, comenta: “Nació junto a mi compañero, que es cervecero, como una salida laboral en medio de la pandemia, pero principalmente para difundir la alimentación consciente, libre de sufrimiento y explotación animal. Por eso, ofrecemos variedad de sabores y colores. La idea es brindar buena nutrición, pero también algo rico, llamativo al paladar y a la vista”.
Y completa: “En este contexto festivo recalcamos la importancia de sacar a los animales del plato y elegir nuestras variedades de productos que son matambre de seitán (parrillero, a la pizza, arrollado, milanesas, bifes), pastas, empanadas y pizzas. Nuestra principal finalidad como emprendedores es que cada persona comience a empatizar con el resto de los animales y elija no colaborar con la mayor masacre de la historia. Toda persona que compra carne está participando de la explotación y asesinato de millones de animales”.
