
Hugo Orlando Gatti falleció este domingo a los 80 años, tras permanecer más de dos meses internado en terapia intensiva en el Hospital Pirovano. Su estado de salud se había agravado en los últimos días y, finalmente, su familia tomó la decisión de desconectarlo del respirador mecánico que lo asistía. El ex arquero padecía un cuadro irreversible, según indicaba el último parte médico.
El ícono indiscutido de Boca Juniors y figura revolucionaria del fútbol argentino, había sufrido una caída que le provocó una fractura de cadera, complicación que derivó luego en una neumonía bilateral e insuficiencia renal. Su estado se agravó en las últimas semanas y fue sometido a una traqueotomía. Su muerte deja un vacío profundo en el mundo del fútbol.
Nacido en Carlos Tejedor en 1944, Gatti debutó en Atlanta y luego pasó por River, Gimnasia y Unión, pero alcanzó la gloria con la camiseta de Boca Juniors, donde jugó más de 380 partidos y ganó títulos inolvidables, como la Copa Libertadores y la Intercontinental de 1977. Con un estilo único y provocador, transformó la forma de atajar: salía del área, jugaba con los pies y se animaba a los desafíos que otros evitaban. Fue pionero en un puesto que él mismo ayudó a redefinir.
El Loco”, como lo apodaron por su personalidad excéntrica y su amor por el espectáculo, fue mucho más que un arquero. Fue un personaje que trascendió generaciones, conocido tanto por sus atajadas como por sus frases y enfrentamientos mediáticos. Tras retirarse en 1988, Gatti continuó ligado al deporte desde otro lugar: se radicó en España y participó como comentarista en programas como El Chiringuito, donde su estilo frontal y apasionado lo mantuvo vigente. Nunca dejó de opinar ni de vivir el fútbol con intensidad.
La partida de Hugo Gatti marca el final de una era. Fue un innovador del arco, un artista del riesgo y un símbolo del fútbol entendido como pasión y desafío. Su legado no se mide solo en títulos, sino en la manera en que cambió para siempre la forma de mirar a los arqueros. El Loco ya no está, pero su huella es eterna.