En las últimas horas, generó ruido una definición de Javier Milei donde aceptaba que la contaminación de los ríos puede ser algo eficiente en el caso de que exista una abundancia de agua.
En realidad, ese tramo de la disertación era una mojada de oreja a los economistas “neoclásicos” que, en Argentina, están mayoritariamente encolumnados en Juntos por el Cambio.
Sabida es la alergia de Milei a los economistas “keynesianos” por su propensión a gastar, gastar y gastar. Pero más sutil es su rechazo a los "neoclásicos". ¿Quiénes son los neoclásicos? Para simplificarlo, podríamos decir que son liberales pero no dogmáticamente liberales. Es decir, creen que, en ciertas circunstancias, el mercado falla y se justifica la presencia de un Estado que regule.
¿Cuáles son esas circunstancias? Una de ellas es la presencia de monopolios. Un mercado monopolizado arroja un precio por encima del de competencia perfecta y reduce el bienestar de los consumidores. Eso podría justificar la presencia del Estado.
Otro caso típico es el de las fallas informativas. Sea por incertidumbre o por asimetrías en la información (un agente tiene la información y el otro no), se terminan tomando decisiones no óptimas. Se asignan mal los recursos.
Y el tercer caso emblemático es el de las externalidades. Los neoclásicos dicen que ciertas acciones generan efectos sociales que los individuos no internalizan en su toma de decisiones. Generalmente porque son “externalidades” o efectos indirectos difíciles de ponerles un valor.
¿Ejemplos? Una autopista congestionada. Cada auto nuevo que ingresa genera una externalidad negativa al resto pero ese efecto indirecto no es tomado en cuenta por el conductor. Él solo mira su propio costo marginal por ingresar a la autopista. El resultado es que la autopista presenta una cantidad de autos por encima del óptimo.
Un ejemplo contrario: la externalidad positiva que genera que mi vecino tenga un hermoso jardín con flores aromáticas. Eso es algo difícil de cuantificar pero que valoriza mi casa.
Pero el caso más renombrado en los libros de texto es la contaminación. La contaminación es el ejemplo clásico de externalidad negativa. La empresa solo se preocupa por reducir sus costos privados pero no ve que sus acciones generan un costo social que, de nuevo, son difícil de cuantificar económicamente con un número.
MALDITOS NEOCLÁSICOS
Allí apunta los cañones Milei. Cree que los neoclásicos son tibios. Que, cuando las papas queman, terminan recurriendo al Estado para que solucione las “fallas del mercado”. Milei dicen que no hay fallas. O que, si las hay en un corto plazo, los agentes aprenden y la solucionan en algún momento. En su visión, nunca el Estado ofrece una respuesta superadora a la libre elección de los agentes.
Los economistas neoclásicos de Juntos por el Cambio salieron al cruce de Milei en las últimas horas. Salieron de la siesta. Aparecieron Lucas Llach, Martín Tetaz, Miguel Braun y siguen las firmas. Le dijeron “burro” a Milei. Burro por no compartir la idea de que existen las externalidades. ¿Empezará Juntos por el Cambio a jugar más fuerte contra Milei en lo económico tras el cachetazo de las PASO?
