La reciente derogación del aborto en Estados Unidos colocó a la lucha por este derecho en el centro de la campaña de las elecciones de noviembre, un tema clave con el que los demócratas pretenden cambiar el rumbo de unos comicios históricamente desfavorables para el oficialismo.
La interrupción voluntaria del embarazo (IVE) se convirtió en el caballo de batalla de los demócratas, después de que la Corte Suprema más conservadora de los últimos 90 años decidiera en junio pasado anular el fallo que garantizó su práctica en el país durante medio siglo.
Su revocación dejó a este derecho en manos de los gobiernos estatales y, desde entonces, 18 estados impusieron restricciones.
Si bien el presidente Joe Biden lanzó una serie de decretos para facilitar el acceso a la IVE, no logró impulsar una ley en el Congreso, donde la estrecha mayoría oficialista es insuficiente para sortear el obstruccionismo republicano.
"¡Si quieren proteger el derecho de una mujer a elegir, entonces tienen que votar! Por eso estas elecciones son tan importantes", dijo esta semana el mandatario en un acto en Washington.
Golpeado por la alta inflación, la amenaza de una recesión económica y la inseguridad, el oficialismo apostó por la defensa del aborto para movilizar a un electorado que suele castigarlo en estos comicios de mitad de mandato, celebrados para renovar la Cámara baja, un tercio del Senado y 36 gobernadores.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, solo dos gobiernos lograron no perder bancas en este tipo de elecciones.
Aunque la tarea no se anuncia fácil, los sondeos muestran sistemáticamente que la mayoría de los estadounidenses apoya el aborto legal y la marea verde continúa extendiéndose.