El asado se mete de lleno en la campaña y el gobierno le pone un especial énfasis. Dentro del Ministerio de Producción hay cierta tranquilidad: el cepo a la exportación de la carne tuvo un efecto positivo en el precio local.
Según el INDEC, en julio el asado bajó un 0,5%, la paleta un 0,5%, el cuadril un 0,9% y la nalga un 1,4%. En agosto se acentuó esta merma en los precios: el asado cayó 2,6% y la paleta un 1,9%, solo por citar dos cortes. Pero el fenómeno es generalizado.
Mayo había sido un mes fatal en todos los sentidos. Los precios de la carne experimentaron un salto significativo: el asado subió un 4,7%, pero el resto de los cortes lo hicieron a un ritmo del 6-7%. En ese momento, en el GBA la inflación promedio era del 21% en los primeros 5 meses del año, mientras que la inflación de la carne (y sus derivados) se ubicaba en el 27%.
Estos precios tuvieron su correlato en el consumo. En mayo se consumieron 34 kilos por habitante por año. El mes con menor consumo de carne de toda la historia argentina. Con la implementación del cepo y precios locales más bajo, ese dato de consumo remontó en los siguientes dos meses, y Argentina volvió a situarse por encima de los 50 kilos.
A juzgar por los resultados electorales, evidentemente esta mejora reciente del consumo no fue suficiente. ¿Se puede trazar una correlación entre consumo/precio de la carne y éxito del oficialismo en las elecciones?
Hay un dato muy obvio que no se puede soslayar: la decisión creciente de muchas personas de adoptar otros hábitos de consumo que sustituyan a los animales. Se trata de una convicción personal que nada tiene que ver con el precio de la carne. Eso puede nublar el análisis economicista de la carne.
Miremos algunos datos históricos interesantes. El Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna tiene la información de consumo de carne desde 1958. Allí podemos ver que 1969 fue el año con más consumo de carne: 92,3 kilos por persona por año. En lo que va del 2021, el promedio es de 45,5 kilos. Es decir, estamos comiendo menos de la mitad de la carne que en 1969. Son dos extremos: 1969, como se dijo, fue el récord, mientras que 2021 va camino a ser el año con menor consumo de toda la historia.
Entre 1969 y 2021, hubo diversas “primaveras” en el consumo de la carne, aunque claramente la tendencia es declinante. Por ejemplo, entre 1975 y 1981 (el momento más oscuro del país) se registraron elevados niveles de consumo (un promedio de 88 kilos por persona por año). El 2002 marcó, en su momento, el número más bajo de la historia: 59 kilos.
En el 2006 se implementa un cepo a la carne bajo el paraguas ideológico de Guillermo Moreno. Al igual que ahora, esa medida tuvo su efecto positivo en el corto plazo y el consumo interno creció de forma consistente hasta el 2009. Luego vuelve a mermar.
Volviendo a la relación entre asado y elecciones, no se puede pasar por alto el dato del 2011: Cristina Kirchner arrasa en las elecciones y el consumo de carne muestra su nivel más bajo de toda la serie: 55 kilos. En el 2013, el consumo de carne remonta a 63 kilos pero el oficialismo pierde las elecciones legislativas contra Sergio Massa. Al revés de la intuición.
2019, 2020 y 2021 son años de bajo consumo de carne. Se exacerba la caída. Díficil saber cuánto de eso obedece a lo económico y cuánto se relaciona al cambio cultural. La caída del 2021 es bastante acentuada. Es evidente que los precios ejercieron un mecanismo disciplinador para el consumo.