Pasaron siete días hábiles desde el endurecimiento del cepo pero todavía no ven los resultados esperados: las reservas siguen su curso descendiente. Desde el jueves 17 (el primer día hábil tras la medida) y el miércoles pasado (último dato disponible del BCRA), las reservas brutas cayeron otros 300 millones de dólares. Se estima que las pérdidas inclusive se aceleraron el jueves y viernes.
Desde el Banco Central piden calma. Entienden que este drenaje va a ir cediendo, pero en rigor no está muy claro por qué razón ocurriría en un corto plazo. Encima, la brecha entre el dólar oficial y el blue volvió a acentuarse, algo que justamente quería evitarse con la retención del 35%.
Pesce tampoco quedó muy bien parado en términos comunicacionales. Lanzó algunas frases polémicas sobre el funcionamiento del mercado paralelo y no se mostró muy convincente en algunas entrevistas. Por eso, desde el Banco Central sacaron a la cancha a sus dos vices: Sergio Woyecheszen y Jorge Carrera, dos economistas más aptos para hablar con los medios.
El Banco Central tiene a mano dos herramientas para salir de este embrollo. Una de ellas sería jugar más agresivamente con la tasa de interés para tentar a los ahorristas con algún instrumento en pesos. Fue lo que hizo históricamente Brasil para fortalecer a su moneda y olvidarse del dólar. Pero esta opción puede tener algún costo recesivo adicional. Y no caería muy bien en el empresariado industrial.
Pero la opción B tampoco es muy simpática: salir del cepo, unificar el mercado de cambios y dejar que la moneda flote libremente. Eso provocaría una devaluación del peso y haría desaparecer al mercado paralelo. Lo bueno: las reservas dejarían de caer. La parte negativa sería un incremento de la inflación y de la pobreza en el corto plazo.
Por eso es que el Banco Central se resiste a cambiar su plan de juego. El problema es que la actual estrategia tampoco parece muy sustentable en el tiempo. Es estirar la agonía y tratar de atajar todos los dólares que se puedan. Por un tiempo se puede hacer, pero el cepo de 200 dólares ya superó los 11 meses de vida y ahora se empiezan a evidenciar sus efectos más perjudiciales.
