Lautaro tiene 23 años, es de La Plata y se ha convertido en un obsesivo del mundo circense. Es artista callejero y en diálogo con LAPLATA1.com cuenta cómo fue su particular acercamiento a este hobbie que hoy ya es su trabajo.
“Conocí el circo viajando. A los 18 años me fui de mochilero a Tucumán y Salta, y ahí conocí a malabaristas que hacían shows en la calle. Yo toco la guitarra y me fui al Norte haciendo música. Y ahí mismo, en esa plaza de Salta, nos pusimos a entrenar”, recuerda.
“Me gustó lo que hacían. Eran malabares con pelotitas y también Contact. Una persona me fue enseñando”, destaca Lautaro.
Fue la primera llama que desató el fuego. Desde ese momento, el joven no pudo sacarse el mundo circense de la cabeza. Siguió rumbo a Jujuy, y en Bolivia se compró las primeras pelotas. Allí también se juntó con muchos malabaristas en un hostel de La Paz: “Vi machetes, monociclos, fuego. La verdad fue increíble, había de todo”.
Hubo otro viaje clave: al Sur del país, más precisamente en Neuquén, donde se cruzó con un muchacho que hacía cuerda floja. Él había viajado en su bici y lo invitaron a entrenar. Fue un encuentro decisivo para su vida: hoy en los semáforos Lautaro hace malabares y cuerda floja. La rompe en Plaza Moreno y en San Carlos. Ya todos lo conocen.
Pero también siente una gran pasión por enseñar. Este verano, de hecho, brinda un taller en la Estación Provincial.
“Todo lo aprendido me gusta llevarlo a la enseñanza, compartirlo. Siempre tuve esas ganas de que todos aprendamos. Soy manija para incentivar a las personas a que se pongan a entrenar si les gusta”, señala.
No todo fue un camino de rosas. Lautaro todavía recuerdos los rodeos de la pandemia. Tuvo, incluso, algunos altercados con policiales. Por supuesto ya es una etapa superada y ahora el joven deslumbra con su destreza en varias esquinas de la ciudad.