Desde el 30 de noviembre de 2015 se conmemora esta fecha por el nacimiento del comandante guaraní Andrés Guacurari y Artigas, Andresito, uno de los primeros líderes federales de las Provincias Unidas del Río de la Plata y el único gobernador indígena. La influencia guaraní y un “regalo de los dioses”.
Amargo o dulce, caliente o tereré; con cascaras de manzanas u hojas de menta y carqueja... Su sola presencia significa unión, amigos, familia... la unidad misma alrededor de un ritual tan argentino como Carlos Gardel.
Es tan popular que no hay personajes nacionales reconocidos que no hayan posado con un mate en la mano al menos una vez. Infusión misteriosa que capta la atención de los extranjeros que no dejan pasar la oportunidad de probar uno cada vez que pueden aunque luego frunzan la nariz mientras lo tragan.
Claro que la literatura argentina también lo hizo protagonista. Ricardo Güiraldes lo cita en la voz de su magnifica obra gauchesca, Don Segundo Sombra: “En torno al fogón, casi apagado, concluía de matear la peonada y ligué tres amargos que me despertaron un tanto. Vamos -dijo uno, y como si no se hubiese esperado si no aquella voz, nos desparramamos desde la puerta hacia rumbos diferentes”; también es parte de la obra máxima de José Hernández, el Martín Fierro, el gaucho reflexiona con un mate en mano.
Aunque su uso se remonta a los antiguos pueblos guaraníes, pioneros en consumir de diversas formas las hojas de yerba mate, bebiéndola con agua e incluso mascándolas, desde el 30 de noviembre de 2015, se celebra el Día Nacional del Mate. La fecha conmemora el nacimiento del comandante guaraní Andrés Guacurari y Artigas, Andresito, uno de los primeros líderes federales de las Provincias Unidas del Río de la Plata y el único gobernador indígena de la historia argentina. En 2013, fue declarada “infusión nacional” por el Congreso de la Nación.
Bajo el designio de José Gervasio Artigas como Comandante General de Misiones, Andrés Guacurari y Artigas (Andresito) fue gobernador de la provincia Grande de las Misiones, entre 1815 y 1819, donde fomentó la producción y distribución de la yerba mate.
Según los investigadores, los primeros en usar las hojas de yerba mate como infusión fueron los guaraníes que no tardaron en hacerla objeto de culto y moneda de intercambio. El caá —yerba, planta y selva, en su lengua— era “un regalo de los dioses”.
Pese a ese tributo, los que difundieron su consumo y sus virtudes en el Virreinato del Río de la Plata fueron los conquistadores españoles y, más tarde, los Jesuitas comenzaron a cultivarlo en las reducciones guaraníes. Fueron ellos los que la popularizaron. Así, el mate comenzó a imponerse como costumbre que lleva siglos y que nadie la pone en duda.
El investigador Pau Navajas, y autor de Caá Porã. El espíritu de la yerba mate, dice que esta es una de las costumbres vigentes y sostiene que los independentistas de 1816 debieron cebarse unos mates durante las reuniones en la Casa de Tucumán.