El paso del huracán Otis, que ascendió a categoría 5 y tocó tierra con vientos mayores a 260 km/h, dejó incomunicado el puerto de Acapulco, destrozó edificios, árboles y produjo inundaciones y desprendimientos de tierra en la zona hotelera de la conocida playa mexicana, obligando a turistas y pobladores a guarecerse de los fuertes vientos y las lluvias torrenciales, dijeron las autoridades.
Además hay vías bloqueadas y cortes de energía y comunicaciones, lo que impedía al gobierno determinar la dimensión de los daños y número de víctimas, informaron las autoridades del país.
"Hasta ahora no tenemos datos sobre pérdida de vidas humanas, pero no hay comunicación. Sí daños materiales, ruptura de caminos; la propia autopista llegando a Acapulco tiene derrumbes", dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador durante su habitual rueda de prensa matutina.
A medida que se interne en la zona montañosa del estado de Guerrero (sur), Otis perderá más fuerza y podría disiparse este miércoles por la noche.
El hecho ha recordado al fenómeno que tocó tierra en Guerrero en 1997 y que dejó severas afectaciones que México nunca olvidará: el huracán Pauline. En ese momento, hubo más de 300 víctimas.