Luz tiene 27 años, estudia Letras en la UBA pero también quiere pisar fuerte entre los estudiantes de la UNLP.
Dice que “estuvo a la deriva” en un momento de la pandemia y ahora es la “salvadora” de muchos estudiantes platenses para poder aprobar trabajos y avanzar en la carrera.
“La elección de estudiar Letras no fue tan evidente en su momento. De hecho no fue mi primera elección. Hice todo un año de otra carrera que no tenía absolutamente nada que ver con Letras, como Ingeniería ambiental, y fue al inicio del segundo año donde me di cuenta de que no era la carrera para mí. Ahí fue donde me puse a pensar qué era realmente lo que quería estudiar y sobre todo qué quería hacer, sino el resto de mi vida, al menos gran parte de ella y la respuesta en ese momento fue muy clara: leer”, dice en diálogo con LAPLATA1.com.
Era una verdadera fanática: “Hay varios momentos que hoy resuenan muchísimo para mí, el primero tiene que ver con las ansias que tenía, estando en jardín de infantes, de aprender a leer. Ni siquiera entendía por qué quería leer, pero yo quería aprender a leer. Recuerdo también que de chica, cuando todavía no siquiera sabía lo mucho que me gustaba leer realmente, buscaba en los manuales del colegio cualquier obra literaria para leer, me acuerdo sobre todo de los cuentos, los mitos y las leyendas, esos géneros siempre me fascinaron”.
“Ya de adolescente me la pasaba leyendo todo el tiempo, en casa me quedaba despierta hasta cualquier hora en la computadora leyendo, en el colegio siempre tenía un libro medio escondido abajo del banco para ir leyendo cuando podía, era casi un acto de rebeldía”, recuerda.
Resulta hasta gracioso que Luz haya elegido Ingeniería con esos antecedentes: “Obviamente, siempre hay materias que te gustan menos; eso va a tener que ver con tu orientación. Yo padecí bastante gramática y lingüística, por ejemplo, lo cual es muy irónico, porque me sirvieron un montón para mis trabajos de corrección y edición”.
¿Por qué irónico? Ahora hace trabajos de corrección y edición sobre trabajos universitarios.
“Dentro de la universidad, como estudiantes estamos constantemente exigidos por la entrega de trabajos que requieren un nivel de aptitud importante, especialmente a medida que avanzamos en la carrera. El ámbito académico está lleno de formas de escritura complejas: monografías, ensayos, tesinas, tesis, papers. No importa la facultad a la que vayas ni la carrera que uno haya elegido. Llega un punto en que, incluso habiendo aprendido a manejar ciertos formatos académicos, nos encontramos con trabajos de investigación y publicación que son cada vez más necesarios, y ese tipo de escritos ya no son como escribir un parcial en un par de horas, son mucho más complejos y tienen sus requerimientos específicos”.
Pero no siempre Luz la tuvo tan clara. Tiene que superar aún los prejuicios que hay sobre carreras como Letras: “A veces es un poco intimidante eso que todos dicen sobre las Letras, y sobre las artes en general, de que si te dedicás a eso te vas a morir de hambre, de que uno lo hace por amor al arte y no porque quiera ganar plata con eso. Si algo positivo tuvo la pandemia, fue poner en perspectiva un montón de creencias y valores, nos hizo replantearnos qué es lo verdaderamente importante y nos hizo volver un poco al arte y a todo lo que tiene de bueno para nuestra salud mental, tanto desde el consumo como desde la producción”.
“Para mí la pandemia tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas. En términos laborales tuvo un momento inicial bastante complejo porque estaba trabajando en gastronomía y me quedé sin trabajo, al igual que muchas personas. Pero por otro lado pude aprovechar ese tiempo y el apoyo de mi familia para estudiar mucho más y enfocarme en eso. En ese sentido la virtualidad fue muy favorable, porque tuve la posibilidad de hacer varias materias como oyente y a partir de eso preparar finales que estaba debiendo, mientras seguía cursando otras materias”, agrega.
Sin embargo, también reconoce: “Ese momento de crisis laboral también fue un puntapié inicial para reinventarme. Hubo un momento de la pandemia, que creo que más de una persona la vivió, en el que me encontré perdida, me sentía a la deriva, sin trabajo y atravesada por la pérdida de un ser querido, no tenía idea de para dónde arrancar. Y al igual que muchas otras personas entendí que era una oportunidad, un momento clave para cambiar el curso de mi vida, con todo el esfuerzo que eso implicaba”.
“De ahí salió un poco esa ‘reinvención’, de ver en ellas ese mismo trabajo de emprender su propio negocio y lo bien que les había funcionado. La consigna era ‘¿qué podés hacer con lo que sabés?’ ‘¿Qué tenés para ofrecer desde tu lugar que a la gente pueda interesarle?’”, reflexiona.
Lo primero que hizo fue empezar a dar clases de apoyo escolar en todos los niveles: “Claramente estudiar en pandemia fue un gran desafío para muchas personas, la comunicación era difícil, la transmisión de conocimientos no llegaba a ser del todo acertada”.
En ese rol de “docente” comenzó a gestarse la idea de “corrección y edición de trabajos” por un lado y lo que Luz llama “asistencia de escritura”, por otro.
“Los dos partieron de gente conocida que me pedía ayuda al momento de entregar trabajos académicos, porque se encontraba con la necesidad de corregirlos para poder presentar el mejor trabajo posible, e incluso, algo bastante recurrente tanto en el nivel secundario como terciario que es la dificultad a la hora de sentarse a escribir un texto. La “asistencia de escritura” implica una guía personalizada a la hora de sentarse a escribir, va desde lineamientos formales y estructurales hasta estilísticos: básicamente es permitirle a la otra persona que exprese sus conocimientos y saberes de la forma más apropiada posible. Es un trabajo muy productivo y tiene resultados impresionantes”, completa Luz, que trata de iluminar a los estudiantes platenses.
