Debajo del tapaboca

Opinión 21/06/2020 . Hora: 11:30
Debajo del tapaboca

Ya no somos los mismos. Una pandemia nunca antes vista se apoderó de todos nuestros gestos y nos robó hasta la sonrisa. O no: nos la oculta debajo de un tapabocas que nos hace, a todos, exactamente iguales.

Desde hace más de tres meses somos testigos de un cambio rotundo que se llevó hasta nuestra expresión y la guardó debajo de pedazo de tela que nos cubre la cara. Hoy, lo que nos hace únicos, es la mirada.

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Debajo del tapaboca, hay silencios nos abruman, secretos que guardamos y cosas que nos quedaron por decir. Y son nuestros ojos, muchas veces tristes, los que emanan un sinfín de temores, desconciertos y pocas certezas.

Nos convertimos en un oleaje de semejanzas porque, afuera, en la calle, todos transitamos con miedo: a lo desconocido, a lo dañino, a lo incierto y a lo perjudicial. Miramos al otro con desconfianza porque - quién sabe- si en su cuerpo habita el virus. Y nos alejamos cada vez más, mantenemos la distancia física y emocional, y conectamos con nosotros mismos.

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Debajo del tapaboca guardamos el tiempo de lo que nos falta y el espacio de lo que nos sobra. Nos queda alguna que otra palabra que preferimos callar por temor al qué vendrá y elegimos decir basta. Debajo del tapaboca no escondemos lo que nos pasa: somos testigos de lo intangible y protagonistas de lo real.

Miramos con desconfianza, observamos con timidez y contemplamos sin calma. El virus se afianza, no espera, avanza: el tiempo no frena, no ayuda, rebalsa.

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Debajo del tapaboca ocultamos la sonrisa que nos conmueve y dejamos que hable nuestra mirada. Guardamos razones, versiones y calma. Sonreímos con los ojos y ocultamos lo que nos falta. Nos detenemos a expresar los tiempos, los miedos y las pausas.

Una pandemia desconocida nos robó la risa y, por ahora, no la podemos compartir. La guardamos debajo de un trozo de tela de color que nos viste a todos por igual y nos hace semejantes. Contemplamos el tiempo y el espacio con temor: no podría haber nada peor. Un virus microscópico nos iguala en condiciones y nos deja a merced de su impacto.

Debajo del tapaboca guardamos el miedo, el tiempo, el destiempo, lo nuevo, lo viejo, lo incierto, lo que nos aqueja y lo que nos conmueve, lo que nos gusta y lo que nos duele, lo que esperamos y lo que anhelamos, lo que tenemos y lo que añoramos. Debajo del tapabocas no existen dudas sobre los miedos: guardamos la sonrisa en pausa hasta que el mundo nos avise y podamos decir basta.

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