Se vienen los 45 días más desafiantes en la vida laboral de Martín Guzmán. A fines de marzo culminará el proceso de renegociación de la deuda externa privada.
Ese momento podrá significar un quiebre, tal como lo fue la resolución del conflicto con los Fondos Buitres en 2016, que posibilitó al país regresar a los mercados a tasas un poco más razonables.
Si la negociación sale bien, se abrirá otro panorama para la economía, seguramente con un marcado descenso del Riesgo País. Guzmán habló permanentemente de 'tranquilizar' la economía.
¿El cepo, en un contexto de mayor tranquilidad, podría 'descongelarse'? El cepo genera una calma evidente en el corto plazo, pero Guzmán sabe que no puede quedarse indefinidamente.
El dólar se ubica en torno a los 64 pesos, un valor que ha permanecido casi congelado desde hace varias semanas. El problema es que ese dólar que va abaratándose desaliente y desplace a las exportaciones. Allí hay un juego político muy delicado con el sector rural, que quiere un dólar más devaluado para absorber los costos en pesos que se incrementan.
Una devaluación podría lesionar el objetivo de 'tranquilizar' la economía por la suba consecuente de la inflación, pero no devaluar también implicará una preocupación para los bonistas y el FMI por la potencial merma en las exportaciones y la inversión.
Hay un problema adicional. Los argentinos pueden ahorrar en dólares o en instrumentos financieros en pesos. Si se libera la compra de dólares, su valor subiría. Una forma de frenarlo sería con una tasa de interés tentadora en pesos. Pero el Banco Central actual no cree mucho en eso: de hecho viene bajando fuertemente la tasa de interés.
Guzmán no cree que el cepo sea una solución óptima. Inclusive fue crítico del anterior cepo colocado por Marco Del Pont y extendido por los siguientes presidentes del Banco Central.
En este caso, tendrá que tener la sensibilidad para tocar los cables correctos en el momento adecuado.
